Meditación

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Una puerta abierta a vivir de forma plena

El regreso a nuestra verdadera naturaleza

Un auténtico camino de transformación

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Un auténtico camino de transformación

La llave de la felicidad

Un cuento muy antiguo de la India relata que, cuando llegó el momento de crear el ser humano, Dios se preguntó dónde podría esconder la llave de la felicidad. Dios sabía que, si el ser humano la encontraba, se fusionaría con él hasta su total disolución, y así él estaría nuevamente solo. Así que reflexionó sobre distintas posibilidades y pensó, primero, en el fondo del mar. Pero se dio cuenta de que el ser humano llegaría hasta ahí y la encontraría. Después se le ocurrió que una cueva remota del Himalaya sería el lugar ideal. Enseguida comprendió que, tarde o temprano, el ser humano también la descubriría. Pensó y pensó, y creyó que un espacio remoto del universo era el lugar que estaba buscando. Pero una vez más, acabó comprendiendo que el ser humano era curioso por naturaleza y terminaría explorando los confines del universo. 

Durante horas Dios estuvo sumido en una profunda reflexión. ¿Dónde podía esconder la llave de la felicidad? Finalmente encontró el único lugar donde el ser humano no la buscaría: en su propio interior. Así, colocó la llave de la felicidad en el interior de cada ser humano, seguro de que, aunque alguien la descubriera y lo explicara a los demás, nadie le creería. 

La llave de la felicidad

Un cuento muy antiguo de la India relata que, cuando llegó el momento de crear el ser humano, Dios se preguntó dónde podría esconder la llave de la felicidad. Dios sabía que, si el ser humano la encontraba, se fusionaría con él hasta su total disolución, y así él estaría nuevamente solo. Así que reflexionó sobre distintas posibilidades y pensó, primero, en el fondo del mar. Pero se dio cuenta de que el ser humano llegaría hasta ahí y la encontraría. Después se le ocurrió que una cueva remota del Himalaya sería el lugar ideal. Enseguida comprendió que, tarde o temprano, el ser humano también la descubriría. Pensó y pensó, y creyó que un espacio remoto del universo era el lugar que estaba buscando. Pero una vez más, acabó comprendiendo que el ser humano era curioso por naturaleza y terminaría explorando los confines del universo. 

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